La lluvia se había convertido en una llovizna, todo brilla por las gotas de agua al ser iluminada por los faros, era una noche fría y húmeda, como lo eran todas las noches en Londres.
El chico de cabello oscuro, con zapatos negros que relucían tanto
como el agua, de traje y corbata, cansado y pálido, dolido pero nunca perdido.
Aquel chico que va con la mirada perdida, recordando la
primera vez que lo sintió, el amor.
Él era solo un niño, que esperaba que el mundo no fuera tan
cruel, cada día la mirada al televisor, cada día una muerte.
El esperaba por un
algo mejor, que lo hiciera saber que allá
afuera, nos esperan maravillas a cada mañana.
El día que lo encontró era inusual, soleado, un día soleado
en Londres, cuando todo el mundo quería estar afuera, disfrutando de estar sin
lluvia, sin nubes. Su colegio era amplio y antiguo, como aquellos castillos
donde suelen suceder, las historias de magia, que nos dan la primera ilusión.
Mientras se dirigía a su lugar especial, la vio, tan inofensiva y hermosa, una
chica de cabello negro y piel blanca, de vestido blanco y zapatillas doradas,
dando vueltas en aquel jardín, él se detuvo a mirarla un momento, y eso fue
todo, el momento acabo.
Hay personas que marcan tu vida como nadie lo hace, pequeños
recuerdos, memorias, que nunca se irán de ti.
El chico continúo su
vida, con ella siempre en su retina, en espera de volverla a ver, en espera de
aquella esperanza, que lo hiciera sentir vivo.
Años después, la volvió a ver, a lado de un viejo árbol,
ella de plata y el día de oro, hermosa e imponente con los ojos cerrados,
tranquila y sin prisa, solo el viento, solo ella, solo el mundo.
Se acercó, y tomo su mano, sin esperar respuesta, solo ese
precioso instante, en el que podía tener su esperanza, su nuevo sueño.
Ella abrió los ojos, azules y hermosos, como un cielo
despejado, o el mar que te espera después de una tormenta, como cuando ves a
alguien y sabes que todo estará bien, como cuando ves a alguien que es el todo
para ti.
-En mi mundo, había líneas que no debía cruzar, había personas
con las que no debía hablar, y había una persona por la cual yo quería esperar.-
susurro ella
-Cuanto vas a esperar por ello?- pregunto el chico de
cabello negro.
-Nada mas, ya no.
Algunas promesas deben ser quemadas, algunos recuerdos
olvidados, algunas palabras nunca deben ser dichas, pues todo ello te llevara a
la ruina.
Ella era su amor, su esperanza y su sueño.
Él era solo un juego.
-Podemos olvidar el mundo, y hacer que este instante nunca
acabe- dijo el.
Pero ella nunca lo hizo.
La chica de plata, que desaparece tan rápido como el humo,
pero daña tanto como el fuego, aquella chica que destruyo su corazón, regresa
otra vez, pero ya no es de plata más.
-Podemos olvidar el mundo- dijo ella, con los ojos brillosos
y perturbados, con los labios rosas y desgastados.
-Podemos, pero el mundo no se olvidara de nosotros.- dijo el
chico de cabello negro, y continúo su camino, bajo la lluvia de Londres, a
espera de volver a encontrar, una ilusión que no lo pudiera matar.
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Para Adrián, por que tener el corazón roto, no te hace menos
fuerte.
Lem Reeadery A.H
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