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8.20.2012

Historia de una tarde nevada.




Una vez en una pequeña casa, una niña de tez blanca, que tenía una vida buena, aun cuando casi no tenía nada. Y ella era tan feliz, porque tenía todo lo que amaba, y se sentía cerca de todas esas personas que lograban animarla, que lograban sacarle una sonrisa, y que la hacían sentir que ella podía ser todo.

Y la pequeña niña, de cabello café y ojos azules, con mejillas rosadas y labios pálidos, de tez blanca y de sonrisa sincera, era feliz, feliz en verdad.

Un día su padre murió, simplemente se despertaron, pero el ya no lo hizo.

Y entonces ya no era todo tan feliz, y entonces ellos tuvieron menos dinero, y entonces ella ya no tenía una familia.

La pequeña niña miraba, como las personas iban y como venían, y pensaba por qué estaban ahí, por qué no en otra parte, si tendrían familia, o si alguien alguna vez los había extrañado.

Y la niña lloraba cada tarde, y aprendió a fingir una sonrisa, y comprendió que las lágrimas no arreglaban nada, y un día solo dejo de pensar.

Una tarde de invierno, en su pequeña casa, miro a la ventana y vio la nieve caer. Los copos caían y caían, y por una vez en su vida, se puso a admirar lo que había a su alrededor.

Durante los pasados años, se había limitado a ir por el mundo, culpando a todos por lo que le pasaba, por lo que ya no tenia, y en ese momento se dio cuenta, que no importa si tienes todo, si no tienes nada, o si tienes poco, algún día vas a perder algo que amas, y algún día ese dolor te hará llorar, pero toda la hermosura a tu alrededor no parara.

Y aprendió que tenemos que vivir cada día aun si es uno horrible, y tenemos que mirar lo que nos rodea, antes de que ya no podamos, y tenemos que ser fuertes y continuar, antes de que ya no estemos para pelear. 

1 comentario:

Memphis dijo...

Una historia con una buena enseñanza. Me gusta